Newsletter 054 (ES)

Para los chinos, ¿ha pasado lo peor? Después de un comienzo de año difícil, se espera que la economía del país se embarque en un período de recuperación rápida en los próximos meses. Al menos eso es lo que cree Chen Yulu, vicepresidente del Banco Popular de China (el banco central del país). Para él, es probable que los indicadores económicos muestren una mejora significativa en el segundo trimestre y la economía china pronto reanude su nivel potencial de producción. Chen también repitió las promesas anteriores de mantener el crecimiento de la oferta de crédito en el país y hacer un buen uso de la relajación monetaria implementada por China.


Y hay más buenas noticias: el miércoles pasado (19),  por primera vez desde el comienzo de la epidemia, China no registró ningún nuevo caso de transmisión local de COVID-19. Por un lado, el hito apunta al éxito de las estrategias chinas para contener el virus desde finales de enero. Por otro lado, persisten las críticas sobre la sofocación inicial de la crisis en el país por parte de las autoridades locales.

Sin embargo, la situación sigue siendo de atención. El sábado, después de tres días sin transmisiones locales, se registró una nueva ocurrencia del tipo. Además, el número de casos importados que llegaron a China se disparó: apenas el viernes pasado (20), hubo más de 40 casos. Beijing y Shanghai, las principales puertas de entrada del país, se vieron particularmente afectadas. De manera preventiva, se han impuesto varias medidas de cuarentena a quienes llegan al país por medios internacionales, como el aislamiento obligatorio en el hogar o en hoteles designados por el gobierno.


El jueves pasado (19), la policía de Wuhan se disculpó y anunció el retiro de una carta crítica a Li Wenliang. El médico, que murió de COVID-19 en febrero, fue perseguido y silenciado por las autoridades locales cuando advirtió sobre los peligros del virus a fines de diciembre del año pasado. La decisión se produjo horas después de que la Comisión Nacional de Supervisión, el principal organismo anticorrupción de China, publicara un informe repudiando los eventos que precedieron a su muerte. Casi dos meses después del episodio, Li sigue siendo un fuerte símbolo popular de frustración con respecto a la respuesta del gobierno a la crisis del nuevo coronavirus en el país.

La semana pasada, el congresista brasileño Eduardo Bolsonaro causó una crisis diplomática entre Brasil y China al declarar que el gobierno chino es responsable de la pandemia de COVID-19. En Twitter, Eduardo, hijo del presidente brasileño, comparó la respuesta china al nuevo coronavirus con la de la Unión Soviética al accidente nuclear de Chernobyl en 1986. El diputado completó las acusaciones al afirmar que la culpa de la pandemia es de China y que, en su opinión, la libertad habría evitado la crisis.

En respuesta, Yang Wanming, embajador de China en Brasil, clasificó las críticas de Eduardo Bolsonaro como un “insulto malévolo” contra China, diciendo que no corresponden a la posición pública ocupada por el diputado. En un intento por reparar los daños, tanto el presidente del Senado como el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil emitieron disculpas oficiales a China. Ernesto Araújo, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, por otra parte, exigió que el propio embajador chino retractara su respuesta al diputado. El presidente Jair Bolsonaro finalmente dijo que no hay problemas entre Brasil y China — incluso después de que Xi Jinping rechazara un intento de contacto por parte del jefe de Estado brasileño.


La disputa entre Estados Unidos y China por la narrativa sobre el nuevo coronavirus es parte de la discusión sobre cómo Brasil se involucró aquí. Trump a menudo usa la frase “virus chino”, que ha provocado quejas sobre la terminología racista, ya que acusa a un pueblo de algo fuera de su control — incluso alimentando ataques xenófobos en los Estados Unidos. También argumenta que el gobierno de China tiene la culpa de la expansión de COVID-19 en todo el mundo. El discurso está siendo incorporado por varias personalidades de la derecha en el mundo, incluido Eduardo Bolsonaro. Mientras tanto, los funcionarios chinos han afirmado cada vez más que la pandemia no comenzó en China y bien podría haber comenzado en los Estados Unidos. Los estados de ánimo están alterados.


Jack Ma, creador de Alibaba, de la Fundación Jack Ma y la Fundación Alibaba, llamó la atención de los medios durante la semana al enviar donaciones de equipos médicos y pruebas a Japón, Corea del Sur, Italia, los Estados Unidos y el continente africano. El multimillonario insiste en que la cooperación entre países es esencial para enfrentar el nuevo coronavirus. Muchas personas ven esto como una forma en que China optimiza su imagen global, pidiendo ayuda a figuras como Ma y enviando médicos a otros países. Mientras que Estados Unidos y la Unión Europea abandonan a Italia, el gobierno chino aparece y demuestra su relevancia y solidaridad. Huawei también se unió a la ola, enviando máscaras a los Países Bajos, Corea del Sur, Italia, España y Japón.


El juego de ajedrez entre Estados Unidos y China en el frente de los medios sumó otro movimiento esta semana. Esta vez, fue Beijing quien adelantó algunas casillas expulsando a periodistas estadounidenses acreditados de The New York Times, The Wall Street Journal y The Washington Post. La decisión se produce en respuesta a la reducción de la cuota de 160 a 100 periodistas chinos calificados para trabajar en suelo estadounidense. Beijing basó la decisión porque la consideró “[…] una reacción a la altura de la excesiva represión perpetrada a las organizaciones de medios chinas en los Estados Unidos” y que la reducción “[…] expuso la hipocresía del autodenominado defensor de la libertad de prensa”. Echa un vistazo a la declaración oficial completa del Ministerio de Relaciones Exteriores de China aquí.

¿Cómo mantener su privacidad y protección de datos en medio a una crisis como la del nuevo coronavirus? El profesor Hu Yong, de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Pekín, escribió sobre ese pertinente tema en un texto llamado “El interés público y la privacidad personal en tiempos de crisis”. La traducción fue realizada por Jeffrey Ding. La parte 1 trata de la cuestión de la privacidad de datos de salud y de cómo ciudadanos tuvieron sus pasos monitoreados incluso dentro de sus casas sin consentimiento. La parte 2 discute la actuación y la legitimidad de los argumentos del gobierno al tomar esas decisiones, bien como su postura al hacer públicos esos datos. Hu termina cuestionando: tenemos la capacidad de reconstruir los espacios privados perdidos, pero ¿tenemos ganas de hacerlo?


¿Cómo estar seguro de que las personas a las que se exige hacer cuarentena están realmente quedándose en su casa? El gobierno de Hong Kong parece no estar dejando eso a cargo de la buena fe de las personas, y decidió implementar el uso de una pulsera rastreadora para las personas que están llegando a la ciudad ahora. Taiwán tomó el mismo camino y empezó a monitorear la ubicación a través del GPS de los celulares. ¿Cuánto vale la privacidad en tiempos de crisis? Conoce más detalles de las medidas aquí.


Para dar un poco de esperanza. El día 3 de marzo en Shanghai, tres residentes contaron cómo está la ciudad que salió de la cuarentena. La vida todavía está lejos de haber vuelto a lo que era antes de la pandemia, pero ya se vislumbra la normalidad.


¿Cuál fue el papel de la sociedad civil en organizarse durante la crisis del nuevo coronavirus en China? Es una discusión importante, que cada tanto resurge después de tragedias en el país, como el sismo de Sichuan de 2008. Este texto del ThinkChina propone que mucho más que el mérito de las acciones del gobierno, fue la participación de las personas, las empresas y la sociedad civil organizada lo que hizo que lo peor de la crisis pasara. Esta situación dejó un gran aprendizaje sobre el poder de la gobernanza pública, que fue desde el transporte de médicos sin auto a los hospitales, entregas de alimentos y de comidas en hospitales, apoyo a pacientes de enfermedad no-relacionadas que tenían dificultad en el acceso a medicinas e incluso tampones, entre otros hitos.


Vergüenza. Culpa. Miedo. Esos son algunos de los sentimientos relatados por personas que sobrevivieron al COVID-19 en China. Tras días internados en el hospital y manejando la incertidumbre de la pandemia que cambió completamente la vida cotidiana, muchos ex-pacientes relatan dificultades en reinsertarse en sus comunidades por el estigma que cargan de haber tenido el virus. A pesar de estar recuperados, vecinos, colegas de trabajo e incluso familiares los siguen tratando de enfermos que deberían quedarse para siempre en cuarentena. Todavía no hay datos oficiales sobre el impacto del COVID-19 en la salud mental de las personas infectadas. Sin embargo, en 2004, cuando se desarrolló la epidemia del SARS — mucho menor en escala — el 16,4% de las personas que contrajeron el virus tuvieron depresión y el 10% desarrolló síntomas de ansiedad, aun 3 meses después de su salida del hospital.

Acuérdense: seamos gentiles.


Hay muchas cuestiones filosóficas que ponen en lados opuestos a Occidente y Oriente — especialmente respecto a la definición de cada uno. Usar mascarillas o no en tiempos del COVID-19 es una de ellas. Mientras en China fueron vistas como un ítem obligatorio durante el auge de la epidemia en el país, varios países occidentales e incluso la OMS no recomiendan su uso general. ¿Ya te preguntaste por qué? Parte de la respuesta está en la baja capacidad de oferta de mascarillas en países occidentales y en su mala utilización, que puede incluso aumentar el riesgo de contaminación. China, a su vez, es la principal fabricante del producto en el mundo y tiene una larga historia de utilización de mascarillas protectores para enfrentar epidemias. Prepárate un café y entiende mejor ese fenómeno a través de este link.

Zheng He fue un gran explorador chino del siglo XV. Bajo su liderazgo, el Imperio Chino llegó a prácticamente todos los rincones del mundo. Esta sección se inspira en ese personaje y te invita a explorar la China más profundamente.

Playlist: hicimos una playlist en Spotify seleccionando episodios interesantes de podcasts sobre China (la mayoría en inglés). No dejes de chequearla.

Tips de libros: algunas sugerencias de qué leer durante la cuarentena, según la comunidad literaria china.

Música y protesta: el invitado Jeff Wasserstrom habla en el Sinica Podcast sobre el papel de la música en protestas y revoluciones en la China moderna.

Saludos desde Pekín: conoce el trabajo de Liuba Vladimirova, una residente de la capital china conocida por retratarla en lindas ilustraciones.

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