Newsletter 055 (ES)

En un extenso artículo para la Nikkei Asian Review, Cheng Ting-Fang y Lauly Li cuentan cómo el gobierno chino quería garantizar la supervivencia de la industria de chips durante la cuarentena en Wuhan. En viajes secretos en tren, los empleados regresaron al epicentro de la epidemia en el país para trabajar en las fábricas de Yangtze Memory. ¿El motivo? Garantizar la autosuficiencia de alta tecnología para China, incluso frente a todos los riesgos.

Sin embargo, no todos los sectores de la economía china han tenido tanta suerte. Meses de medidas de restricción a la libre circulación de personas y el funcionamiento de los establecimientos comerciales han tenido un impacto significativo en las cuentas de muchas empresas del país. Sin contar con el apoyo directo de Beijing, la mayoría de ellas ven el recorte de empleados como una solución a la crisis. Sin embargo, para el gobierno de China, esta no es una opción aceptable: con un buen desempeño económico como base para su legitimidad, el régimen del Partido Comunista Chino ve la posibilidad de desempleo masivo como una inquietante fuente de inestabilidad política y social.

Hasta que cesen los efectos de la pandemia, reconciliar estos dos intereses no será una tarea fácil. Y, al menos según algunas predicciones, el esfuerzo de recuperación económica de China podría llevar mucho tiempo. En algunos sectores industriales, el desafío es encontrar la mano de obra necesaria para reanudar los niveles de producción anteriores al COVID-19. Confinados en sus hogares por una variedad de razones — como las medidas de cuarentena persistentes y el deber de cuidar a los niños que no van a la escuela —, muchos trabajadores aún no pueden regresar a sus trabajos anteriores. Las malas noticias para la economía china son, por supuesto, malas noticias para todo el mundo: al depender del acceso al mercado chino para su propia operación, muchos países sentirán los impactos de la desaceleración del gigante asiático.


A medida que la nueva pandemia de coronavirus avanza en todo el mundo, parte de la diáspora china quiere regresar a su tierra natal. El regreso, sin embargo, no será fácil. Debido a que el número de casos importados empezó a crecer — al mismo tiempo que el número de infecciones locales llegaba a cero —, China comenzó a desincentivar a sus ciudadanos a regresar al país. Por un lado, la medida se justifica por el hecho de que el 90% de los casi 600 casos importados registrados en el país son de chinos. Esta medida se cristaliza en la reducción drástica de los vuelos internacionales al país, la interrupción de las misiones de repatriación, la cuarentena obligatoria de 14 días pagada por las propias personas y el riesgo de que los gastos médicos relacionados al COVID-19 ya no estén cubiertos por el seguro local de salud.

Los extranjeros también se vieron afectados. Algunos analistas ya han señalado que el momento post-pandemia podría ser un período de feroz nacionalismo. Bajo la justificación de evitar una segunda ola de muertes por COVID-19 traídas por personas de otros países, el gobierno chino decidió que no permitirá que los extranjeros — incluso con visas válidas — ingresen al país hasta nuevo aviso. Las únicas excepciones son diplomáticos, tripulaciones de líneas aéreas o trabajadores de ayuda humanitaria. La medida entró en vigencia el sábado 28. La gran mayoría de los casos nuevos en el país son de personas que vinieron del extranjero.

Pero incluso con más nacionalismo, China ha encontrado formas de mejorar su imagen en el extranjero, utilizando la cooperación internacional en el área de la salud. Recientemente, Xi Jinping usó el término “Ruta de la seda de la salud”. La idea es utilizar la estructura de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative) para llevar equipaje médico, como máscaras y ropa protectora (que China está produciendo en masa), afuera. Xi también envió mensajes de solidaridad a los líderes de España, Francia, Alemania y Serbia durante la semana. Japón ya había extendido su mano, o más bien, las máscaras, a China durante la crisis de su vecino. Prueba de que las cosas pueden cambiar en ciertas situaciones.


Y en el Sudeste Asiático, ¿cuál es la influencia china frente a COVID-19? Para los países de la ASEAN, la pandemia expone claramente su dependencia en las cadenas de suministro chinas. Económicamente, la situación actual obliga a los países de la región a buscar una mayor diversificación de fabricantes y proveedores, pero el cambio no ocurre de un día para el otro — especialmente en una zona que carece de inversiones en infraestructura, esenciales para garantizar una ventaja competitiva. Geopolíticamente, la desaceleración de la economía china puede abrir más espacio para los actores internacionales en la región que no se limitan a la dualidad de China y los Estados Unidos. Este es especialmente el caso de Japón, Corea del Sur, Australia e India.


Ya en América, China se ha hecho presente durante la pandemia a través del envío de insumos médicos (a Venezuela, entre otros países) y de asistencia técnica mediante videoconferencias. En Chile, el Centro Latinoamericano de la Universidad Tsinghua cooperó con universidades e instituciones como la Fundación País Digital para llevar a cabo un seminario  — liderado por médicos chinos — llamado “Experiencia de China en la lucha contra la neumonía COVID-19”. La experiencia se replicó en otros países de la región, como México.

Para los países agroexportadores, la incipiente recuperación china, según un artículo de Jorge Castro para el diario argentino Clarín, probablemente traiga consigo un aumento en la demanda de alimentos por parte del gigante asiático. Según el autor, la combinación del COVID-19 y la “fiebre porcina” está teniendo efectos adversos sobre la industria alimentaria del país, por lo que el gobierno chino ha optado por aumentar las importaciones de carne, soja y harina de soja en lo que resta del año. Efectivamente, el ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Argentina ya anunció que el país iniciará, por primera vez, la exportación de carne ovina con hueso congelado a China.

En Brasil, las tensiones de las últimas semanas parecen estar disolviéndose. El martes pasado (24), Jair Bolsonaro y Xi Jinping reafirmaron, en una llamada telefónica, los “lazos de amistad, el intercambio de información y las acciones sobre COVID-19 y la expansión de los lazos comerciales” entre Brasil y China. El contacto parece restablecer la normalidad en las relaciones entre los dos países, que se vieron sacudidas después de las controvertidas acusaciones de Eduardo Bolsonaro, diputado federal e hijo del presidente brasileño, con respecto a la supuesta culpa china por la propagación de COVID-19 en todo el mundo.

En los Estados Unidos, por otro lado, el tono del diálogo con Beijing también se suavizó. Después de semanas de hostilidades por parte de Estados Unidos, Donald Trump y Xi Jinping discutieron, en un contacto oficial, la respuesta global al nuevo coronavirus y se comprometieron a reducir la tensión entre los dos países. En Twitter, el presidente estadounidense elogió la comprensión china de COVID-19 (que, esta vez, no lo mencionó como un “virus chino”) y dijo que estaba trabajando con Beijing en la lucha contra la pandemia. El cambio de posición ocurre justo después de que el país de América del Norte superara a China en el número total de infecciones por el virus — ya hay más de 200 mil casos confirmados allí.

¿Cómo seguirá después de la pandemia todo este estímulo al trabajo y enseñanza virtuales? Seguramente, una nueva relación con la tecnología. En los últimos tiempos hubo una aceleración en la transformación digital de varios países. En China creció la utilización de robots en hospitales. Asimismo, aplicaciones de salud y de plataformas de trabajo colaborativo y videoconferencia posibilitaron una flexibilidad que puede interesar a muchas personas. Lógicamente, las empresas también percibieron la importancia de una fuerte presencia online. El gobierno chino sale de la pandemia con aún más incentivos para avanzar en el desarrollo de la infraestructura tecnológica  del país.


¿Cuál es la dimensión real de la pandemia del COVID-19 en el mundo? Parte de la respuesta a esa pregunta, que muchos se están haciendo, puede venir de Wuhan, su primer epicentro. Según investigadores de universidades chinas y estadounidenses, alrededor del 60% de las personas infectadas por el virus en la capital de Hubei no desarrollaron síntomas o presentaron síntomas muy sutiles, por lo que entraron en el conteo de las autoridades. La investigación se basó en 26.000 casos confirmados en la ciudad entre diciembre y febrero. Siguiendo esa lógica, Wuhan debería haber tenido, por sí sola, alrededor de 125.000 casos, y no solamente los 38.020 casos registrados.

Y el caso chino tiene más que enseñar. La preocupación por reabrir el país después de la pandemia y las lecciones de la respuesta china al nuevo coronavirus son los temas de este episodio de podcast (en inglés) del The Guardian con Lily Kuo, jefa del escritorio del periódico en Pekín. La iniciativa es importante para la divulgación del aprendizaje sobre las diferentes maneras que se manejó la crisis en varias partes de China, según las necesidades de restricción de movimiento o de cuarentena. De la misma manera, cuenta cómo reaccionó la población a las medidas, cómo se lidió con las preocupaciones económicas y, ahora, cómo se está transicionando de vuelta a la normalidad.


Entre los varios cambios generados en China desde el inicio de la pandemia, la prohibición del comercio y del consumo de animales salvajes es una que amerita atención. Moviendo miles de millones de dólares al año, e involucrando, directa e indirectamente, alrededor de 14 millones de personas en China, la industria fue el origen de la pandemia del nuevo coronavirus. Esa no es, sin embargo, la primera vez que el sector se vuelve un tema de preocupación: la epidemia del SARS, en 2003, también puso en relieve sus peligrosas implicaciones sociales. Ahora, más que nunca, su actividad es considerada un riesgo grave a la salud pública global.

Zheng He fue un gran explorador chino del siglo XV. Bajo su liderazgo, el Imperio Chino llegó a prácticamente todos los rincones del mundo. Esta sección se inspira en ese personaje y te invita a explorar la China más profundamente.

Guía de Buenas Prácticas: la Fundación de Jack Ma y la Fundación Alibaba publicaron un guía recopilando las medidas exitosas en China para la contención del virus, basado en entrevistas con especialistas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang, los cuales actuaron en Wuhan. Además del español, está disponible en idiomas como italiano, francés e inglés.

Entrevista: con Yuan Ling, escritor  y famoso intelectual chino, realizada por Ian Johnson para el The New York Review of Books. En  la misma onda, lee el texto del famoso artista Ai Weiwei sobre cómo China manejó la pandemia.

Podcast: ¿De qué manera las asimetrías entre gobiernos locales y central afectaron a la respuesta al COVID-19 en China, y cuál es la diferencia entre los esfuerzos actuales y los respectivos al SARS en 2003? Prepara los auriculares para el podcast del ChinaTalk y descúbrelo.

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